20 mayo 2019

Contribuye campesino montañés al Programa alimentario en Manicaragua


Aunque residió por varios años en el casco urbano, Ernesto Morera Bacallao, con estudios de Física y Agronomía, tiró a la montaña de vuelta a sus raíces. Con tenacidad y empeño rescató del marabú una de las elevaciones ubicada casi al frente de la planta hotelera Hanabanilla en Manicaragua, a fin de establecer su finca “con la ilusión de mejorar mi situación y aportar lo que fuera capaz de producir, por eso la nombré La Esperanza”, confiesa el pequeño agricultor.

Una vez que domó la loma, Ernesto le pone todo lo que lleva para mantenerla en movimiento: “Apenas puedo trabajar con los bueyes por las condiciones del área, la mayor parte del laboreo es a pico y guataca y aplico medidas de protección y conservación del suelo, mucha materia orgánica, barreras de contención, curvas de nivel porque el terreno se degrada con los arrastres, sin ciencia y técnica, sería imposible mantener esto en producción”.

No hay palmo en estas cuestas desprovisto de cultivos, desde hortalizas y vegetales hasta viandas. Picó piedra, pero emplazó el sembradío de calabaza marucha, variedad para todo el año y de alto rendimiento cuyas guías asegura haberles contado de 5 a 7 frutos.

En lo que va de año, Ernesto ha entregado a la cooperativa, alrededor de dos toneladas de productos con destino a los puntos de venta de la zona, ventas directas al hotel Hanabanilla según contratación y los excedentes se comercializan en ferias agropecuarias.

Otro de los aciertos aquí es el empleo del empalado en el cultivo del tomate, con notables rendimientos, fertilización y riego de forma más eficiente, mayor control de plagas, entre las ventajas de la alternativa que difiere de la práctica tradicional.

Es evidente que la finca La Esperanza nació con buenos augurios a juzgar por su nombre, cuestión confirmada por los resultados.



Tomado de telecubanacán

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