Hay que salir de atrás, desde la raíz misma, para PENSAR COMO PAÍS. Duele en verdad, la indolencia y la apatía. Solo al remover los valores de generaciones como la del centenario, podemos pensar cómo se quiere.
![]() |
Foto:Tomada de Internet |
Una convocatoria reciente corre el riesgo de otras. Convertirse en moda del momento, discurso repetitivo, o agenda para cumplir.
Hay que arrancarle a la historia sus ancestros, y advinarle la estrella en germen, como diría Dulce María Loynaz. Distanciarnos de las esencias, nos ha hecho olvidar las raíces.
El humanismo que nació con Casal y después en Martí, nos enseñó a amar las cosas bellas, lo sublime y lo sensible, virtudes que matizan a los cubanos dignos.
Hay que salir de atrás, desde la raíz misma, para PENSAR COMO PAÍS. Duele en verdad, la indolencia y la apatía. Solo al remover los valores de generaciones como la del centenario, podemos pensar cómo se quiere.
Estudiar a Martí, como dijera Cintio Vitier, ayuda a albergar el sentimiento de país. Sin embargo, a muchos no les ha llegado la obra del maestro y la huella de los antecesores. Prefieren fragmentar y olvidar la historia.
¿Con qué palabras describir al que bota basura en la calle, al que llena de escombros la acera, al que derrocha el agua, al vago y al que comete indisciplina sociales? ¿Cómo nombrar al que desea el mal para los suyos. Bloquear al país, invadir, cercarnos económicamente y asfixiarnos por hambre?
Lo más triste es reconocer la falta de sentido de responsabilidad y pertenencia con la isla. No es digno actuar con total indiferencia y mucho menos cerrar los ojos ante lo mal hecho.
“Dejemos de creer y afirmar que la culpa es del otro, sin mirar antes qué estamos haciendo, creando o aportando cada uno de nosotros”, así lo reconoció nuestro presidente en el acto central por el aniversario 66 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Carecemos de necesidades vitales para la vida,…es cierto. Unos necesitan alimentar el hambre material, otros, el espiritual,… tan peligroso en estos tiempos.
Pensar como país, no es mera consigna, viene como anillo al dedo; tanto para los que se fueron como para los que se quedaron. Ni los unos ni los otros pueden arrancarse del alma los elementos culturales que formaron su personalidad. Tenemos a Cuba en el alma y es difícil sacarla de ahí. Mejor decir: tenemos a Manicaragua en el alma y no hay manera para despojarla de nuestras vidas.
Revivamos lo ancestral, vayamos a las esencias, a las raíces, cultivemos las buenas virtudes. Revitalicemos los valores a través de la obra martiana. Pensar como país, es cultivarse y cultivar en los demás el sentimiento patrio para salvar a Cuba, de todos los peligros.
Por: María del Carmen Roque
No hay comentarios.:
Publicar un comentario