Las lluvias intensifican la maduración del grano en las plantaciones villaclareñas, y para evitar mayores pérdidas en cosecha los serranos activan movilizaciones.
El campesino Marcial Fuentes inmerso en la recolección del café en Manicaragua. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Sacudidas, casi seguidas, dejaron las tormentas tropicales, con vientos y lluvias, por la porción serrana de Manicaragua. Justo allí, entre cafetales en fomento-producción hubo estragos en cultivos, pero nadie se amilanó. Primero fue «Laura», a finales de agosto, y ahora para poner la cara algo fea al panorama de recolección de cerezas, la impetuosidad de las aguas no creyó en puentes y dejó incomunicadas muchas comunidades.
Unas veces con arrias de mulos, y otras con transporte serrano, llega con prontitud el acopio a las plantas de beneficio industrial. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Valga en esos lugares la existencia de mulos y la formación persistente de arrias para sostener la existencia productiva y social en sitios donde la altura promedio rebasa los 600 metros sobre el nivel del mar y las nubes tienden a ocultar el sol en su nacimiento.
Allá por Arroyo Bermejo, Pico Blanco y Topes de Sabanita predominan las plantaciones arábicas de un grano que, luego del beneficio, va directo a la exportación. En otros lugares, como La Herradura, Veguitas, Boquerones y Jibacoa, los territorios más bajos y propensos al encharcamiento del agua, las cualidades de ese fruto también rinden sus excelencias.
La Unidad Empresarial de Base (UEB) de Beneficio y Comercialización de Café en Jibacoa, una de las dos existentes en la serranía villaclareña, intensifica el laboreo productivo para garantizar la continuidad de la cosecha. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Los acopios de aquí —unidos a otros del tipo robusta que proliferan por Güinía de Miranda y dedicados al abastecimiento nacional— cuantifican cifras aproximadas al 10 % del grano recolectado por el país. Las 1300 hectáreas del cultivo, después de recogido y beneficiado el fruto, por su calidad, reportan las mayores cotizaciones en mercados foráneos.
Impetuosidad del lomerío
Unos 930 cosecheros, entre activos y movilizados, recorren las plantaciones para evitar pérdidas en un fruto que, con pocos días sujeto a cambios bruscos de temperaturas, después de hecho, gotea hacia la tierra. Hay que dar el «golpe a tiempo» porque el grano se cae, también puede abrirse y tiende a fermentar. No importan las inclemencias del tiempo ni las dificultades para subir las lomas.
En los patios de secadero, a pesar de las lluvias, se vela por la calidad del grano en pergamino y al natural. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Las mellas que dejó «Eta» ya se cuantificaron: unas 5700 latas maduras, aproximadamente 10 toneladas. Alrededor de 15 300 latas, cifra que representa el 41 % del compromiso de café arábico, ya están acopiadas, dijo Pedro Méndez Blanco, director general de la Empresa Agroforestal de Jibacoa.
De aquellas 8000 latas en fase de maduración cuando llegó la tormenta, cosecharon el 64.08 %, y el resto del estimado se fundió con el fango, aunque se puede «salvar» una pequeña porción del goteo, añadió. Sin embargo, el fruto sobre las plantas sigue «cuajando», ya óptimo para el acopio. Hay que intensificar la recolección y planificar las áreas de cosecha para evitar maduraciones y pérdidas sucesivas del grano. En tal sentido, los acopiadores tienen la retribución con el pago diario, según los cómputos de las faenas productivas.
Café cultivado en Manicaragua, en el centro de Cuba.
En reiteradas ocasiones, a pesar de las precipitaciones de «Laura» y «Eta», Blanco Méndez suscribió que las 150 toneladas de café destinadas al comercio interno y externo, serán satisfechas antes de concluir el año. Aclaró que lo lograrán en saludo a la liberación de Manicaragua, el 23 de diciembre. Ello constituye un aliciente que demuestra la impetuosidad de los serranos. Hoy, más del 96 % de ese monto lo tienen garantizado.
No obstante, las mermas en plantaciones, según el directivo, obligarán a incrementar en 2021 los volúmenes de producción. Todo irá según los crecimientos en superficies en fomento y desarrollo, así como la reposición y siembra de nuevos cafetos.
En los secaderos y la planta industrial de la UEB de Beneficio y Comercialización de Café, en Jibacoa, el grano es recibido con prontitud. Raúl Águila Martínez, especialista en Gestión y Calidad, precisó que 17 formas de producción, incluyendo cinco de Güinía de Miranda, tributan a una entidad que hasta la fecha acogió el 97 % de todo el grano con rango de primera calidad.
Allí, el 91 % de las 173.7 toneladas, luego del acopio de las cerezas, quedó despulpado con índices de eficiencia industrial. De las 65 t de café arábico, ya lavado para la exportación, solo resta un 44.6 % del compromiso de la entidad villaclareña, acotó Águila Rodríguez.
El especialista Raúl Águila Martínez, en Jibacoa, destacó las cualidades de un grano altamente cotizado en el comercio foráneo. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
El especialista, junto a otros trabajadores de la planta, contó cómo el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al visitar centros y comunidades de la provincia para evaluar los daños provocados por la tormenta tropical, apreció el pasado jueves 12 de noviembre las cualidades del café que prepara la industria serrana.
«No solo estuvo en un patio de secado y observó el grano despulpado. También removió —rebotear el café— durante el proceso de secado natural. Eso insufla ánimos para salir adelante frente a los infortunios que impuso la naturaleza», dijeron algunos operarios de la industria.
Marcial el finquero
Sin desatender las labores de cosecha, el campesino Marcial Fuentes González habló del encuentro con el presidente cubano durante la visita a la finca de Veguitas. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
«Que un campesino tenga en su finca al presidente cubano constituye un orgullo. Eso solo se ve en Cuba», dijo Marcial Fuentes González, socio de la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Ignacio Pérez Ríos, en la serranía villaclareña.
—¿Qué conversaron ese día?, pregunté.
—De todo. Preguntó por la familia, los daños a la producción cafetalera y los cultivos varios, y por la tecnología de injertos que impulsa la Estación Experimental Agroforestal (EEAF) de Rincón Naranjo, a partir de las prácticas en Vietnam, para aumentar los rendimientos por cosecha. También indagó sobre la aplicación de biofertilizantes y bioplaguicidas, el combate a plagas y enfermedades, así como la implementación de la agroecología. Fue un intercambio bonito, único en mi vida.
Fuentes Linares está acogido a las resoluciones 419 y 300 del Ministerio de la Agricultura para asistir tierras en usufructo. Dispone de 3,020 hectáreas de cafetos, y de unas 300 latas en estimado de cosecha, tiene el 60 % entregado al despulpe. Aspira a rebasar esa cifra, como lo hace anualmente desde que en 1997 asumió la superficie agrícola para el fomento cafetalero y los cultivos varios.
Un día no muy lejano, luego de renovar sus plantaciones con el asesoramiento de especialistas de la Estación, cree que llegará a las 1000 latas de café cereza por año, y los rendimientos serán mayores por temporada. Atrás quedarán las 0.24 t/ha que ahora obtiene. «Aquí resulta imposible seguir aumentando en tierra. Lo importantes es cuidarla con técnicas agroecológicas, y aplicar la ciencia y la técnica para evitar la erosión de los suelos y los arrastres de las aguas», dijo.
La finca no será de las mejores de la serranía; en cambio, observar la trascendencia de los tranques con piedra y madera, y el valor de las coberturas vivas, cultivos intercalados, así como el estado vegetativo de las 18 000 plantas de cafetos que asiste casi todos los días, da deseos de desandar por su lomerío.
(Foto: Ramón Barreras Valdés)
Allí abunda en fomento una hectárea de naranja dulce, mientras la agria, al igual que el plátano y la malanga, crecen entre los cafetales. De esas producciones sobresalen las viandas (yuca y boniato), así como otras 32 especies de frutales con garantía segura para ventas al Estado. En eso piensa el guajiro Fuentes González al decir que su café arábico va directo del campo al secadero, y los cultivos varios, a la mesa del cubano.
Tomado de Vanguardia
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