Este refrán popular define la estrategia de trabajo de los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua. Las seis de la mañana los sorprende en el agua, en pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca.
(Foto: Carolina Vilches Monzón)
Este refrán popular define la estrategia de trabajo de los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua. Las seis de la mañana los sorprende en el agua, en pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca.
«Salen al amanecer, hora en que se manifiestan mejor los cardúmenes de peces y pueden capturarlos mediante el arte chino o piscina. En las tardes hunden las redes agalleras para sacarlas el día próximo», explica Jorge Luis Rodríguez Cárdenas, director de la UEB.
Acarrean al año más de 200 toneladas entre tencas, carpas, labeos y tilapias. Estas últimas se pescan en dúos y se pagan por resultados, incentivo que ha aumentado la productividad. Pero no siempre el esfuerzo es recompensado: «la pesca tiene mucho de suerte».
De lunes a viernes los nueve pescadores viven albergados a las faldas del embalse. La nostalgia escuece y «la familia se extraña muchísimo».
Omar Córdova Reyes, el jefe de brigada, lleva ya 25 años dedicado a pescar. «Lo ansié desde niño, mi padre me enseñó este arte y aunque me gradué de mecánico textil y lo ejercí durante nueve años, lo mío era verme así, entre botes, tilapias y redes».
«La familia preocupa y nunca se siente uno realmente satisfecho sin ellos, pero así es la vida del pecador. El apoyo de quienes nos esperan en casa es fundamental para poder trabajar en buenas condiciones físicas y mentales», expone. «Siempre que vamos para el agua resulta riesgoso porque no estamos en nuestro medio natural y hay que tomar todas las medidas de protección y garantizar el buen estado técnico de las embarcaciones».
«Nuestra vida es de sacrificio y condiciones difíciles, la pesca conlleva enfermedades en los huesos producto de la humedad y la fuerza realizada, crea un reumatismo crónico y muchísimos dolores articulares», agrega Omar, quien tiene a la experiencia como paladín; confiesa que recuerda constantemente a sus hijas, e invita al equipo de prensa a recorrer la presa.
«Al que velan no escapa»
Las seis de la mañana sorprende a los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua en el agua. En pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Las seis de la mañana sorprende a los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua en el agua. En pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Las seis de la mañana sorprende a los pescadores de la UEB Acuaman de Manicaragua en el agua. En pequeños botes los nueve hombres de la brigada toman por asalto la presa Palmarito, estudian el lugar y tiran las artes de pesca. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Salen al amanecer, hora en que se manifiestan mejor los cardúmenes de peces y pueden capturarlos mediante el arte chino o piscina. En las tardes hunden las redes agalleras para sacarlas el próximo día. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Acarrean al año más de 200 toneladas entre tencas, carpas, labeos y tilapias. Estas últimas se pescan en dúos y se pagan por resultados, incentivo que ha aumentado la productividad y que lleva muchas noches a las aguas de Palmarito a Omar, Gilberto y sus compañeros. Pero no siempre el esfuerzo trae resultados, «la pesca tiene mucho de suerte». (Foto: Carolina Vilches Monzón)
La presa Palmarito además de albergar varias especies pesqueras de agua dulce constituye un refugio de fauna. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
De lunes a viernes los nueve pescadores viven albergados a las faldas del embalse. La nostalgia escuece y «la familia se extraña muchísimo»; solo lograr una buena pesca reconforta. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
De lunes a viernes los nueve pescadores viven albergados a las faldas del embalse. La nostalgia escuece y «la familia se extraña muchísimo»; solo lograr una buena pesca reconforta. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Omar Córdova Reyes, el jefe de brigada lleva ya 25 años dedicado a pescar. «Lo ansié desde niño, mi padre me enseñó este arte y aunque me gradué de mecánico textil y lo ejercí durante nueve años, lo mío era verme así, entre botes, tilapias y redes». (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Tomado de Vanguardia
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